Por mucho tiempo se trató de un asunto del que solo se hablaba en los mercados financieros. Pero hoy en día las agencias de evaluación y sus rebajas de calificación crediticia están en la primera plana de las noticias del mundo.
Principalmente clasifican los bonos -no sólo del gobierno sino también los pagarés corporativos- para evaluar la probabilidad de incumplimiento y que se expresan en indicadores.
Estos indicadores y valoraciones son muy relevantes, ya que a mayor calificación, menos riesgoso será percibido el prestatario y menor será también la tasa de interés que deberá pagar.
Los reguladores de algunos países les han otorgado carácter formal a las agencias líderes: Standard & Poor's (S&P), Moody's y Fitch.
Los bancos y las compañías de seguros deben mantener bonos con altas calificaciones en sus reservas y fondos de pensiones, en tanto a los inversionistas se les pide permanentemente que vendan los bonos que poseen bajas calificaciones según las agencias.
La opinión sobre las agencias de calificación de crédito tuvo un cambio dramático en enero de 2012 cuando la policía financiera italiana -la Guardia di Finanza- realizó un allanamiento en la oficina de S&P en Milán.
Las autoridades se llevaron documentos y archivos para ser utilizados como pruebas en una investigación que pretende probar una supuesta manipulación del mercado.
Luego de ese episodio, S&P rebajó la calificación soberana de Italia. Una medida que quizás buscaba aumentar los costos de endeudamiento del gobierno italiano.
Esta no es la primera vez que las agencias son objeto de críticas. En Estados Unidos, la reputación de las agencias resultó gravemente afectada tras la explosión de la burbuja inmobiliaria. Los bancos prestaron dinero a personas que no podían darse el lujo de comprar vivienda. Además, estas hipotecas fueron repartidas y vendidas a los inversores como productos financieros complejos.
Estos productos necesitaban ser clasificados y las agencias se sentían felices de hacerlo, pues los bancos les pagaban por la creación de estas garantías.
David Levy se desempeñó como director gerente de Moody's hasta que dejó el trabajo en 2004. Según él, las agencias debían bailar al son de los bancos si querían hacer algún tipo de negocio. "El banco de inversión podía ir fácilmente a las distintas agencias y preguntar cómo calificarían su bono", explicó Levy en un programa de radio de la BBC. "Si no le gustaban los resultados que obtenía, podía ir a cualquier otra agencia que estuviese dispuesta a darle una calificación más alta".
William J. Harrington es otro exempleado de Moody's que manejaba información privilegeada, pues se desempeñó como analista senior durante la década de los 90, hasta que renunció en 2010, refiriendóse a la clasificación de la deuda hipotecaria en ese periodo señala: "Esos procesos se salieron de control porque existían demasiadas garantías de colocación, cuyo único fin era que se efectuara la transacción para que el banco obtuviese las comisiones".
Consciente de este estado de ánimo político, la Comisión Europea puso en marcha varias reformas. Recientemente, sin embargo, ha llevado a cambio propuestas más radicales.La Comisión propuso la prohibición de las calificaciones soberanas de los países con dificultades financieras, aunque luego abandonó esa idea.
"Lo propusimos para asegurar que las clasificaciones se realicen de un modo mucho más regular cada seis meses y no cada 12 meses", dijo el comisionado de los mercados financieros, Michel Barnier.
"La agencia estará obligada a informarle al gobierno 24 horas antes de la publicación del informe, lo que permitirá hacer cambios si hay datos incorrectos".
Vale la pena señalar que después de las rebajas a EE.UU. y Francia, el costo de su deuda disminuyó, lo que sugiere que existen muchos otros factores -además de las calificaciones- que determinan las tasas de interés que el gobierno tendrá que pagar.
Recientemente, el Reino Unido fue colocado en "perspectiva negativa" por Moody's, lo que significa una posible pérdida de la calificación triple A en los próximos 18 meses. Esta no es la primera vez que el Reino Unido se ha enfrenta a este tipo de advertencias.
En 2009, el entonces canciller Alistair Darling tuvo que lidiar con la amenaza de una posible rebaja de Standard and Poor's, que llegó en un momento delicado: justo un año antes de las elecciones. Esto, dijo Darling, lo ayudó en su batalla personal con el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, para acordar un plan que redujera el endeudamiento.
"La amenaza de una degradación me ayudó enormemente porque fortaleció mi propuesta de un plan creíble", explica.
Sin embargo, el presidente del Comité de la Cámara de los Comunes para Asuntos del Tesoro dijo que las agencias habían actuado "sistemáticamente mal" en su análisis antes de la crisis bancaria y que hacía falta evaluar una forma para regularlas.
Las agencias tendrán la oportunidad de responder al comité cuando vuelva a reunirse esta semana para examinar la labor que cumplen. Según los críticos, les ha llegado el momento de explicar muchas de sus actuaciones.