Este concepto se usa en el contexto de la Economía y las finanzas públicas.
Amplio proceso de cambios económicos, políticos y sociales que llevó a los países de Europa Occidental a convertirse en sociedades industriales. Iniciada por Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII se extendió luego a otros países -Bélgica, Holanda, Francia, los Estados Unidos, Alemania, etc.- durante el curso de la siguiente centuria. La Revolución Industrial no fue un proceso violento, como el de casi todas las revoluciones políticas, sino un conjunto de cambios graduales y acumulativos, que sin embargo significó una verdadera aceleración con respecto al ritmo de las transformaciones de los siglos precedentes.
Desde el punto de vista tecnológico la Revolución Industrial se caracterizó, en esta primera fase, por el uso intensivo de la máquina de vapor, lo que permitió multiplicar enormemente la cantidad de energía Disponible para la producción. Se inventaron y desarrollaron un sinnúmero de máquinas, entre las cuales cabe citar especialmente la máquina de hilar, generalizándose la producción y el Empleo del hierro y, luego, del acero. Estos cambios tecnológicos tuvieron dos efectos de gran trascendencia: por una parte, se modificó completamente la organización industrial, pasándose de un sistema de manufacturas basado en el Trabajo artesanal a la fábrica moderna, donde se concentraban un gran número de obreros y se hacía uso intensivo de la división del Trabajo; por otra parte, la producción industrial se incrementó considerablemente, creando una Oferta de Bienes manufacturados que no tenía precedentes y abaratando estos productos de modo significativo.
La Demanda de Trabajo de las industrias nacientes impulsó la migración de la población rural hacia las ciudades; una nueva clase de obreros asalariados comenzó a crecer, hasta el punto de constituirse en muchos países en la mayoría de la población. El campo, aunque despoblándose, no redujo la Oferta de productos agrícolas: ello fue debido en parte a los nuevos instrumentos que la Industria estaba en condiciones de proveer y, en general, a una mejoría notable en las técnicas de producción que ya venían modificándose desde Tiempo atrás.
Las economías surgidas de la Revolución Industrial se caracterizaron, en consecuencia, por un uso mucho más intensivo del Capital que el que era típico de las economías agrarias precedentes. La incorporación de Capital y la creación constante de nuevas tecnologías aumentó la Productividad, elevando el nivel de Consumo de la población y desarrollando un amplio Mercado de Bienes y servicios así como, más lentamente, un vigoroso Mercado De Capitales.
Todos estos cambios se realizaron en el curso de unas pocas décadas, transformando radicalmente la fisonomía de los países de Europa Occidental y de los Estados Unidos. Pero el proceso no se detuvo: a mediados del siglo XIX comenzó lo que algunos llaman una "Segunda Revolución Industrial", o una segunda fase de la misma, caracterizada por el auge de la producción de acero, el tendido de líneas férreas, los adelantos de la industria química y, algo después, el uso extendido de la electricidad. En realidad no tiene mayor sentido hablar de diversas fases o revoluciones industriales, puesto que el proceso de Desarrollo -una vez logrado el impulso inicial- se ha desplegado de un modo ininterrumpido hasta nuestros días.
Tampoco parece adecuado extender el término de revolución industrial a los procesos de cambio que se producen en nuestros días en una multitud de países, pues las condiciones de partida son muy diferentes a las de Inglaterra en 1750 y porque la Industria ha cambiado radicalmente desde aquellos años. Los procesos sociales, por otra parte, guardan sólo una muy ligera semejanza con los que prevalecieron durante el período que hemos reseñado. Por eso conviene emplear, para los casos del presente, el término más abstracto y menos restringido de industrialización.
En inglés Industrial Revolution.
Ver CAPITALISMO; Desarrollo; Industrialización.
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