John Locke fue, entre otras cosas, el iniciador del empirismo inglés y su pensamiento constituyó uno de los pilares fundamentales del Liberalismo clásico. Menos conocido, pero no menos importante, es su aporte a la economía, centrado en defender las bondades de la Propiedad privada y en realizar un acucioso análisis monetario, especialmente en los temas de Dinero, tasas de Interés y Balanza Comercial.
Locke sostuvo una fehaciente defensa de la Propiedad privada en el libro Ensayo sobre el gobierno civil. Es aquí donde sentó los principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de ciertos derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger.
En un hipotético escenario de estado natural, donde no existiera gobierno, Locke planteaba que los mismos hombres acordarían -mediante un "contrato social"- la creación de un gobierno civil del cual todos serían parte y todos se beneficiarían. El fin principal -y podríamos decir único- del gobierno debiera ser la defensa de la vida, la libertad y la Propiedad. Es aquí, por lo tanto, donde Locke estableció, con la gran implicancia intelectual que ello deriva, que la Propiedad es anterior al gobierno, y que éste surge precisamente para asegurarle a cada persona que su Propiedad estará protegida.
La Propiedad privada, en consecuencia, es un derecho natural derivado del Trabajo, por lo que el Estado, según Locke, no puede disponer arbitrariamente de ella. Este planteamiento se transformaría en uno de los pilares del Liberalismo y en una de las bases del pensamiento económico clásico.
En su obra Consideraciones sobre las consecuencias de la disminución del Interés y la subida del Valor del Dinero (1692), Locke estableció un verdadero tratado sobre el Dinero. Respecto a la tasa de interés, fue muy relevante la visión newtoniana que tuvo acerca de la economía.
El autor planteaba que la Sociedad está gobernada por un cuerpo de leyes naturales, tal como lo está el universo. Esto lo llevó, por ejemplo, a la conclusión que la ley natural -y no una ley humana- debe determinar las tasas de interés y el Valor de las monedas. Es decir, el Interés debía estar sujeto al libre juego de la Oferta y la Demanda, por lo que era absurdo que la autoridad lo intentara fijar.
El gobierno para Locke tiene como primera misión velar para que se respeten los derechos de Propiedad.
Los planteamientos de Locke sobre el interés fueron hechos como respuesta a las múltiples voces que pedían una reducción forzada del interés con el objeto de estimular el Comercio. Su argumento era el contrario: cualquier disposición económica opuesta a las leyes naturales resulta no sólo inapropiada, sino también impracticable, ya que las personas podrían burlar fácilmente el control legal.
Peor aún, si se fija artificialmente, en nombre del interés podrían ocurrir dos cosas nefastas para la economía: que se incremente la tasa de interés en el Mercado Negro (debido a que los prestamistas incluirían el riesgo de ser pillados) y que otros prestamistas simplemente no prestaran, por considerar demasiado baja la tasa.
Locke interpretó el Interés como el precio del Dinero, por lo que cualquier cambio en la cantidad de éste afectaría la marcha monetaria del país. En este sentido, su análisis económico dio un impulso significativo a la teoría monetaria que actualmente es una de las ramas principales de la economía.