Nació en Segovia, 1494 y muere en Salamanca, 1570
Domingo de Soto fue un teólogo español y Miembro de la Orden de los Predicadores, Domingo de Soto se desempeño como profesor de teología en la Universidad de Salamanca y también como confesor de Carlos I.
Inició sus estudios en Salamanca, pero debido a que no tenía Recursos económicos los abandonó durante algún un Tiempo, más tarde pudo reiniciarlos en Alcalá.
Luego de terminar sus estudios en Alcalá y con la ayuda de Hernando de Saavedra, fue a estudiar a París, desde donde retornó a España en 1520.
En Salamanca impartió clases por algunos años. Luego junto a Saavedra se incorporó a la orden de santo Domingo.
Su pensamiento está fuertemente influido por las ideas de Tomás de Aquino, sobre el cual realizó comentarios de algunos de sus libros de física y lógica aristotélica.
En 1545 Carlos V lo envió al Concilio de Trento en calidad de teólogo imperial y luego le nombró su confesor personal. No acepto la nominación de obispo de Segovia.
Fue un escritor prolífico y de entre sus principales obras de teología, derecho, filosofía y lógica se pueden mencionar:
Tomó partes en las discusiones en torno al tema de la cuestión indígena, también llamada de los justos títulos o polémica de los naturales entre Sepúlveda y Las Casas. Formó parte de la comisión de teólogos que se juntó en Valladolid entre 1550-1551 conocida como Junta de Valladolid.
Luego sucedió a Melchor Cano en la cátedra que este impartía en la Universidad de Salamanca.
Es uno de los integrantes del grupo de pensadores conocidos como Escuela de Salamanca.
Uno de los temas que lo tuvo interesado fue la legitimidad de las operaciones bancarias, debido a la Inflación provocada en España a raíz del descubrimiento de América y por los conflictos morales que se ocasionaban entre los negocios y el pensamiento de la Iglesia Católica. Debido a ello realizó profundas investigaciones sobre distintos aspectos económicos.
Domingo de Soto afirmaba que donde no hubiese división de Bienes se imposibilitaría la paz social, ya que nadie estaría dispuesto a realizar las ocupaciones más indignas o peligrosas.
También pensaba que pese a que la Propiedad privada promueve la paz y la equidad, no logra erradicar todos los males de la Sociedad, ya que no anula la capacidad pecadora del hombre.
De acuerdo a Domingo de Soto "Si quisieran que los terrenos fueran comunes, los hombres tomarían de aquí motivo para la desidia y la flojedad, porque es indecible el amor ardiente que se tiene por las cosas propias y lo desidioso y flojo para las cosas comunes. Como sucede que cuanto mayor es el número de criados, tanto peor es el servicio, porque todos esperan que hagan los demás lo que cada uno había de hacer."