Poco después de su llegada a Londres, Hayek entró en una polémica con el destacado economista John Maynard Keynes, debate monetario que fue de gran Interés en la época. Así, mientras Keynes planteaba sus demandas por un mayor Intervencionismo gubernamental, Hayek centraba sus planteamientos en alertar sobre los males que podía generar la intervención de la autoridad.
Sin embargo, hacia fines de los años 30, el tipo de economía de Keynes era, sin duda, más popular y estaba en pleno auge. Era la época de la revolución keynesiana, la cual aparecía como la única vía para salir de "los males" del capitalismo.
Según Von Hayek, el gobierno debe respetar el "orden natural" e intervenir lo menos posible.
Otro gran debate de Política Económica en el que estuvo inmerso Von Hayek fue el cálculo económico en el Socialismo. Esta polémica estaba presente desde que un artículo de Von Mises, en 1920, afirmó que el Socialismo era técnicamente imposible, puesto que no podría disponer de Precios de Mercado. Von Hayek desarrolló el argumento de Von Mises (quien había sido su profesor y maestro) en varios artículos durante los años 30. Más tarde publicó diferentes ensayos sobre los problemas de la organización económica Socialista en La Planificación económica colectivista. Pero muchos estuvieron en desacuerdo con él, ya que consideraban que la Sociedad planificada Socialista podía ser tan eficiente como el Capitalismo, pero con un agregado de justicia social. A vista de muchos, el discurso de Von Hayek aparecía como anacrónico frente a un mundo que miraba con entusiasmo el Socialismo.
En 1944, el autor escribió uno de sus libros más famosos, Camino de servidumbre, donde reiteró sus críticas al Socialismo, a partir de esta obra, Von Hayek buscó mostrar cómo ese carácter totalitario de la Planificación centralizada no se elimina teniendo un sistema democrático de gobierno. Por el contrario, su teoría permite entender por qué la concepción intervencionista de la economía tiende a debilitar la democracia y a poner en marcha fuerzas de corte autoritario.
Una de las tesis fundamentales que atraviesa toda la obra de Von Hayek es la reafirmación de algo que ya habían dicho primero los Fisiócratas y luego los economistas clásicos, en el sentido de que existe un orden espontáneo en el proceso económico. De acuerd a él, esto es especialmente válido para las Acciones sociales, ya que es la única forma para que puedan ser política y económicamente eficaces.
Otro de los aportes de Von Hayek fue en materia monetaria, donde señaló que el Monopolio que tiene el Estado para emitir Moneda constituía un privilegio para los gobiernos, el que, necesariamente, se traduce en un perjuicio para la gente. De no existir, las partes en un contrato podrían acordar los Activos Monetarios que consideren preferibles para salvaguardar del mejor modo sus respectivos intereses. Por lo tanto, lo que propuso Von Hayek en materia monetaria fue que los privados pudieran colocar sus respectivas monedas, y competir entre ellas como cualquier otro Producto, respaldados únicamente en la confianza que sus marcas pudiesen conquistar en el Mercado.
Desafortunadamente parte importante de su pensamiento político estuvo teñido por su cercanía a dictaduras de derecha como el régimen de Pinochet en Chile.
En 1950 Hayek se trasladó a la Universidad de Chicago, donde enseñó hasta 1962 en el Comité de Pensamiento Social. Mientras estuvo allí escribió, en 1960, La constitución de la libertad. Desde Chicago, Hayek se mudó a Alemania, donde había obtenido una posición en la Universidad de Freiburg. Allí incrementó sus esfuerzos por analizar la armonía natural de los intereses privados en la actividad económica y social.
Al retirarse, en 1967, aceptó una cátedra honoraria en la Universidad de Salzburgo, en su Austria natal. A partir de ahí, la mala salud le perseguiría, a pesar de lo cual pudo publicar nuevos libros tales como Ley, legislación y libertad, escrito en 1973. Un año más tarde, recibió el Premio Nobel, y se volvió a llenar de energía. Tiempo después, mejorado de sus males, diría con humor que había probado la vejez, pero que no le había gustado, por lo que siguió en su lucha por la libertad y llegó a publicar su famosa crítica al Socialismo, en 1988, llamada La fatal arrogancia.